El campo profundo del Hubble.

Luz eterna, concebida en las entrañas de las galaxias primigenias, viajera incansable de pasos ligeros. Conoces el inicio pero no el final, has mostrado tu pasado a nuestro futuro, sin darnos pista alguna de dónde venimos o cómo vamos a llegar...

Hemos atrapado tu alma, con un triste y caduco dispositivo, que a pesar de las miles de horas de servicio, sigue ayudando a la, también caduca, humanidad. Para así tratar de despejar la duda de ¿Por qué diablos no mandan el nuevo telescopio ya?

Hubble, un científico... machista, misógino y ratero, así... ¡Con todas sus letras! Que le valió lo que se robó, cómo a no pocos, para pasar a los anales de la historia de la ciencia y lograr que se bautizara con su apellido, no sólo a una (no tan) constante fundamental para entender la expansión de este embrollo de partículas, sino también a uno de los instrumentos que más información nos han dado del Universo... aunque ésta no sea ni el 5 por ciento de lo que quisiéramos y su cámara no tenga ni de cerca la resolución del celular más básico de hoy día... 2020, año del señor.

¿Qué nos depara observar con mayor profundidad en el abismo de la eterna e inmensa soledad? Sólo nuestra curiosidad, o acaso el egoísmo y ganas de trascender más allá de nuestro pequeño rincón... Nos lo dirá.

Yo no voy a caer
en tus negros ojos.
Yo no voy a cargar
con todos tus sueños rotos...

Más de esto, aquí: Hubble Deep Fields.

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